¿Se imaginan que van a por el periódico y dicen: - ¿Me da Nova Paraguay? Y el quiosquero les contesta: - No, le voy a dar el supertele… y este paquete de chicles de menta.
O que suben a un taxi: - A la plaza de la Democracia, por favor. Y el taxista les diga: - No, le voy a llevar a Barrio Obrero, que a usted le pega ser de Cerro.
¡Pues eso es una peluquería! Un sitio donde pides una cosa, y el peluquero hace lo que le da la gana. Por esta razón, lo primero que hacés cuando salís de la peluquería es buscar un espejo y ponerte el pelo “a tu manera”. Y digo yo, entonces ¿para qué vas?
Yo creo que la peluquería es un sitio del que hay que desconfiar, porque todo te lo hacen por la espalda. Es curioso: las mujeres engordan, se deprimen, están celosas, y en vez de fugarse con uno de “Bailando“ que es lo que deberían hacer todas, se van a la peluquería y le dicen al peluquero: - Córteme el pelo por aquí. Quiero un cambio de imagen radical.
Y ya lo creo que le cambian la imagen. Les dejan como si hubieran metido la cabeza en una freidora. Se ven tan horribles que se les olvida la depresión que tenían, y se agarran otra. O sea, que en la peluquería no le quitan la depresión, simplemente se la cambian de sitio.
Y de ahí su éxito. En una peluquería, a los cinco minutos ya te han convertido en un adefesio, para que se te olviden las penas que traías.
Las ves sentadas enfrente de un espejo, en babero, con chorretones de tinte resbalándose lentamente por la cara colorada, la cabeza envuelta en papel aluminio y oliendo a huevo podrido. Y pensás: “sólo falta que salga un alienígena de la tripa, joder”.
Están hechas un espantajo, y es el momento en que la peluquera se aprovecha de ellas para ponerles todavía más potingues. La técnica utilizada es la siguiente: primero, un poco de verbo:
- Tenés una pestaña preciosa.
- ¿Ah sí? Muchas gracias.
Y luego les mete la cuña: - Sí, son preciosas, lástima que…
- ¿Lástima que qué?
- Que tengas el pelo tan pobre y apagado.
- ¿Pobre y apagado? ¡Qué horror! ¿Y qué puedo hacer?
Y entonces se la coloca:
- Pues mira, por sólo 100 mil grs., te voy a poner un tratamiento de colágeno de placenta de foca que verás cómo te quedas.
¡Cien mil!: “¿Y por qué no me estropeas las pestañas, que me saldría más barato?” Sería lo normal contestar.
Pero, son incapaces de negarse. Yo creo que con tanto olor a laca, se pillan un “colocón” de miedo, y por eso dicen a todo que sí:
- Te voy a hacer unas mechas.
Y ellas: - Dale.
¡Desde luego hay que ver que obsesión tienen todas las peluqueras con hacerles mechas! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que una mujer entre en una peluquería y no salga rubia con mechas. Aunque sea rubia, también sale rubia con mechas.
Que esto es otro truco de las peluquerías para hacerles clientas de por vida. Una vez que le tiñen, ya están condenadas a seguir acudiendo de por vida, para no desteñirse, porque en las peluquerías nada es permanente, ni siquiera la permanente es permanente.
A veces van a la peluquería con un recorte de una revista para que le corten el pelo como a Meg Ryan. En realidad no quieren el pelo de Meg Ryan, quieren la cara de Meg Ryan, el cuerpo de Meg Ryan, el dinero de Meg Ryan… y entonces las peluqueras se tienen que buscar la vida para explicarles que, con esos cuatro pelos jodidos que te quedan, y que además te nacen en la coronilla, es imposible lograr un flequillo espeso, y que lo más que pueden hacerte es el moño de Miss Universo 1930.
Y lo que les gusta la tijera. Les dicen: “córtame sólo las puntas” y a la que se descuidan la preciosa melena larga, que le ha costado ni se sabe tenerla así de larga, se queda en una melenita corta.
Pero lo peor es cuando la peluquera termina con ellas y se miran al espejo. Se ven raras, como con caras de asustadas, y vuelven a casa escondiéndose en los portales, para que no les vea nadie conocido. Y como necesitan que alguien les diga que le queda bien, le preguntan a su pareja:
- Cariño, ¿te gusta?
- ¿Qué es lo que me tiene que gustar?
- Pues el pelo.
- Ah, el pelo. Sí, sí, estás muy guapa… ¿Y cómo lo llevabas antes?
- Pues era skin head, no te jode. ¿Y vos? ¿Cómo llevabas antes el pelo? Antes por lo menos llevabas…
Total, que al final, tanto esfuerzo para nada. Porque él nunca lo nota… ¿Saben lo que tienen que hacer la próxima vez que se encuentren un poco depre y le entren ganas de meterse en una peluquería? Pues fugarme con Pierce Brosnan, a ver si de eso se da cuenta su pareja.
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