En días pasados le comentaba a una persona que me sentía tan alegre, que era capaz de comerme al mundo!
Y como por arte de magia, a los pocos días, me sentía como el más desdichado de los mortales.
Me puse a pensar: ¿será que estoy desquiciado? ¿Será que estoy mal de la cabeza? ¿Será que necesito que me revisen? (por favor no hacer comentarios contestando a estas preguntas afirmativamente. Se agradece!)
Y como muchos lo hacen, antes de enrumbarme a pedir consulta con un Psiquiatra, me puse a investigar un poco al respecto.
Me acordaba de un tío que estuvo un buen tiempo medicado por sufrir de “Crisis Maníaco – Depresiva”. Y eso fue lo que busqué. Hoy en día ya ese término no se usa, dando espacio al término de “Trastorno Bipolar”. (Por qué, no se. Igual tiene los dos estados: alegre y deprimido. Quizás se oye mejor.).
Y para la alegría de algunos y la rabia de otros, viendo los síntomas que de acuerdo al Dr. se deben reunir, pues no soy candidato a Bipolar…
Claro, no siempre podemos estar felices. Pero tampoco siempre podemos estar tristes. Nuestra vida debe ser un buen balance, con momentos de alegría y con momentos de tristeza.
Hay muchas personas a nuestro alrededor que siempre andan con una sonrisa a flor de piel. Y ¿estarán felices? A lo mejor si, a lo mejor no. Pero si no lo están, al menos contribuyen a esparcir felicidad y alegría a su alrededor.
Cuando estemoes en esos momentos de tristeza, acordémonos que luego de la tempestad viene la calma. O que después de una noche oscura, siempre viene un día claro…
No nos preocupemos por los saltos entre alegre y triste, hasta que no estemos encerrados en un manicomio con una camisa de fuerza…
No hay comentarios:
Publicar un comentario